La creadora de juego alteña que impulsa al fútbol femenino desde Always Ready
Crecí en El Alto, entre el viento frío y la fuerza de una ciudad que te enseña a ser valiente desde niña. Mis primeros pasos en el fútbol fueron en la cancha Atipiri, en mi zona, donde descubrí que la pelota era más que un juego: era mi manera de soñar.
Mi carácter se formó ahí, entre tierra, gritos y retos. Ser alteña me enseñó a ser fuerte, a no rendirme y a pisar la cancha con valentía. Representar a El Alto en Always Ready es un orgullo que llevo en el corazón cada vez que piso Villa Ingenio.
Mi camino desde las villas hasta el fútbol profesional no fue fácil. Nada se parece a un partido oficial, pero cada obstáculo me hizo más resistente. Hoy juego como medio de creación, conectando defensa y ataque, filtrando balones y disfrutando el rol que más me identifica: ser el puente que impulsa al equipo.
Siempre valoré que Always Ready creyera en el fútbol femenino desde antes que todos. Fue el pionero, abrió puertas y marcó un antes y un después en Bolivia. Por eso vestir esta camiseta significa compromiso, historia y futuro.
En el vestuario encontré amigas, aprendí de jugadoras de todo el país y crecí como persona y deportista. Y este año cumplimos nuestro primer gran objetivo: salir campeonas de la liga. Ahora vamos por la Asociación de La Paz.
Muchas niñas en El Alto hoy quieren ser futbolistas, aunque la competencia es dura. Pero me emociona ver cómo crece el fútbol femenino aquí, cómo empieza a estar al nivel de cualquier departamento. Si queremos avanzar aún más, necesitamos trabajar la mente tanto como el físico. La mente puede impulsarte… o frenarte.
Uno de mis momentos más desafiantes fue cambiar de equipo. Me costó, tuve miedo, dudé… pero fue la decisión correcta. Y hoy, cuando jugamos en la altura, siento que es nuestra casa, nuestra ventaja. Cuando bajamos al llano, respiramos más, corremos más, disfrutamos más.
A las niñas alteñas les digo esto:
"No dejen de persistir. Los sueños se cumplen si trabajas por ellos."
Agradezco a Dios, a mis padres, a mi familia y a profesores que marcaron mi vida, especialmente a Romulo Charrupi, que siempre confió en mí.
En diez años sueño con ver más escuelas de fútbol para niñas, más oportunidades y más historias que empiecen como la mía… y lleguen aún más lejos.
Mi lugar favorito sigue siendo el mismo: Atipiri para nacer, Villa Ingenio y Satélite para crecer.
Mi momento favorito del partido: el primer tiempo, donde se fragua el ritmo del juego.
Y mi compañera ideal… difícil de elegir. Wara Plata, Karen Rodríguez, Karla Ticona: con ellas la conexión es natural.
Si me preguntas dónde jugar un clásico… El Alto siempre.
Mi meta de este año: ser campeona de la asociación y empezar el siguiente año con más fuerza, más fútbol y más sueños por cumplir.
Sueña con un futuro donde El Alto tenga más escuelas de fútbol, más oportunidades y más niñas brillando en canchas donde antes no podían jugar. Mientras tanto, ella sigue entrenando, creando juego y soñando en grande. Porque cuando el fútbol tiene raíces alteñas, late más fuerte